martes, 13 de noviembre de 2012

Tarta para una boda muy, muy personal


    Mi jefa, Marta, tenía una boda muy íntima. Íntima de verdad: a la ceremonia iban solo 8 ó 10 personas. Y como ya conocía esta nueva afición mía, ella y su marido decidieron regalarles a los novios algo muy dulce: una tarta muy especial.



    Si habéis leído el apartado "Sobre mí" de este mismo blog, sabréis que me interesé por este mundo precisamente por la tarta del día de mi boda. Hasta ahora no sabía como la hubiera querido, pero, sinceramente, si volviera a casarme, la querría así :)



    A lo mejor, cuando hayáis visto la foto, no os ha parecido una tarta del otro mundo, pero lo especial es que está cargada de simbología. La tarta es una forma de explicar de dónde es cada uno, dónde se conocieron y al final, se ve cómo se unen sus pasos para llegar juntos a la encina bajo la cual se casaron. A mí, sinceramente, me encanta. Y ojo, que no me estoy echando flores, ¡la idea no fue mía! 



    Lejos de ser una tarta de flores y mariposas, es una tarta que refleja a su modo su historia en común. Y eso que, obviamente, no podía ser muy grande, ya que aquel día eran poquitos, ¿os imagináis una tarta de 4 ó 5 pisos? En cada piso se podría representar un escalón de la pareja: cómo se conocieron, el primer viaje juntos... 




    Pero bueno, volviendo a temas prácticos: la tarta estaba hecha con dos brownies de chocolate, como viene siendo habitual últimamente, jejeje, con buttercream de café, para darle un poquito de contraste. 



    Marta quería un fondo blanco porque lo veía "más de boda", así que para que quedara un poquito más elaborado, lo texturicé, aunque de lejos en las fotos no se nota. 



    Los colores, verde y morado, también los eligió Marta, porque eran los colores de la invitación, así que asigné uno a cada uno, y sólo se mezclaban en las cosas ya en común (como el cartel de la boda y de la fecha).



    La mayor dificultad la tuve con la encina, estuve buscando fotos por internet de cómo era en realidad, porque claro, cada árbol es un mundo. Así que con una foto delante me puse manos a la obra. Básicamente consistió en hacer las hojitas con unas tijeritas de manicura (que tengo sólo para esto, eh? No penséis mal, jejeje). La verdad es que al final fue muy fácil, darle forma de cómo quería que quedara y dejarlo endurecer 24 horas. Al día siguiente, lo pegué sobre el tronco y listo :)



    Y lo demás, unas huellas por aquí, unos cartelitos por allá, un poco de hierba... y voilà, lista para su destino :)



    Desde aquí, muchas gracias por confiar en mí para algo tan especial, la verdad es que me ha gustado mucho hacerla :)